De cómo fui arrastrada, otra vez, por un remolino de palabras
Es difícil reseñar una segunda parte sin dar spoilers, pero en mi opinión, es más difícil reseñar una segunda parte cuando es igual de completa, variopinta, emocionante y fantástica que su primera parte porque quieres contarlo todo, detalle a detalle, y al mismo tiempo sabes que no puedes ni debes hacerlo. Así que no se preocupen, esta reseña estará libre de spoilers profundos, mencionaré cositas que si bien son novedosas, saberlas no afectará ni arruinará una futura lectura. Dicho esto: ¡Bienvenidos a la reseña de mi creciente y nueva obsesión: el Mundo de Tinta!
En la reseña de Corazón de Tinta, me dediqué a describir el amor tan profundo que se tienen sus dos personajes protagonistas: Mo, el padre; Meggie, la hija; y el amor que la novela derrocha por los libros, los personajes y lo grandioso que es poder vivir a través de las palabras impresas. También vimos lo genial y pavoroso que es para un autor encontrarse frente a frente con una de sus creaciones, un personaje que escribió. En esta novela, vamos un nivel más profundo y eso me enamoró.
La historia retoma nuevamente la enorme diferencia entre vivir aventuras a través de la lectura y experimentarlas en carne propia, porque precisamente después de todos los altibajos vividos en
Corazón de Tinta,
los protagonistas vuelven a su ritmo de vida normal en la que se dedican a disfrutar de las aventuras desde una butaca muy cómoda. Eso sí, no dejan de estar alertas todo el tiempo; yo incluso me atrevo a decir que Meggie sufre de estrés post-traumático porque siempre anda escuchando ruiditos o pensando en lo que podría pasar si de pronto sus enemigos se aparecieran en la puerta. Hay un miembro más en la pandilla: Resa, la madre de Meggie, quien regresa después de muchos años. Esto hace a que la relación entre Mo y Meggie se vea un poquito afectada. Incuso yo me sentí celosa.
Mientras tanto,
Meggie desarrolla un cierto interés por uno de los personajes que su padre sacó cuando leyó para Capricornio: Farid. El problema es que Farid tiene una tremenda admiración por Dedo Polvoriento y se convierte en su guardián, siempre a lado del bailarín de fuego, quien no deja de añorar su amado mundo.
Dedo Polvoriento encuentra a otro Lengua de Brujo y viaja a su amado Mundo de Tinta, pero no lleva a Farid pero sí a su marta, Gwin;
por su parte, Farid sabe lo que le espera a Dedo Polvoriento según lo que el autor, Fenoglio, escribió en el libro original de Corazón de Tinta. ¡Y decide ir en su búsqueda para salvarlo! De paso, se lleva a Meggie. Tiempo después, los enemigos que no encontraron fin en la primera parte de esta saga, regresan y toman de rehenes a Mo y Resa y los llevan al mundo de tinta en su plan de vengar la muerte de cierto personaje.
¡Y voilá!
━Las historias nunca acaban, Meggie ━le había advertido━, aunque a los libros es guste hacérnoslo creer. Las historias siempre continúan, comienzan con la primera página, pero no terminan en la última.
Tanto Mo, como Meggie (especialmente ella) añoraban un mundo precioso en el que nunca habían estado, aunque Mo siempre tuvo la mente clara y supo que el mundo de tinta estaba regido por la fuerza, no por la justicia. Se lo advirtió a su hija, pero le importó más el amor que la prudencia. Y por eso se encuentran todos en aquel universo que inicialmente parecía ser de tinta, pero que está hecho de carne y hueso; todo es absolutamente real allí, no hay vestigios de que alguna vez fuese un universo creado por una persona. Es como nuestro propio mundo: vivo, diverso, lleno de injusticia y dolor, crimen, y al mismo tiempo, tan hermoso.
Los reencuentros en el mundo de tinta son inevitables, así que una vez más seguimos la pluma de Cornelia Funke, quien nos lleva a conocer el universo y sus criaturas a través de los ojos de Dedo Polvoriento y Fenoglio, su creador original. ¡Imaginen eso! Estar dentro de un mundo que salió de tu imaginación. No justifico que Fenoglio sea un tipo egocentrista, pero creo que tiene razones para sentirse orgulloso de lo que ha creado. Conforme se van anexando personajes a la historia, el narrador sigue los puntos de vista de algunos de ellos, siempre mostrando escenarios maravillosos y verosímiles; en el mundo de tinta existen criaturas de las que yo jamás había escuchado, criaturas como los hombres de cristal, los elfos de fuego y las mujeres musgo.
Obviamente, las cosas se complican y hay guerras para ganar el poder. En tiempos de desesperación, Fenoglio se dedica a escribir canciones para mantener la esperanza viva entre el pueblo: canciones sobre un bandido en particular con una cicatriz especial, un bandido que ocupa una máscara de pájaro y pelea por aquellos son vulnerables: Arrendajo. Lo más increíble de todo esto es que, a pesar de que el universo de tinta va tejiendo sus propios hilos, las palabras escritas por Fenoglio y pronunciadas por aquellos que tienen el don de volver realidad lo que leen, aun surten efecto en lo que ocurre. Sin embargo, como he dicho, los hilos de este mundo se tejen solos, y parece ser que la historia se encapricha con sucesos llenos de oscuridad, violencia e injusticia, así que a fin de cuentas parece que toda intervención solo hace que todo se vuelva aun peor.
━Mi historia se ahoga en desgracias, y éstas... ━les mostró sus manos━ se niegan a escribir. ¡Las palabras me aterran, Meggie! Antes eran miel, ahora son veneno, puro veneno. ¿Y qué es un poeta que ya no ama las palabras? ¿Qué soy yo? ¡Esta historia me devora, me aniquila, a mí, su creador!
Fenoglio no puede más y poco a poco vemos como va decayendo después de que las cosas no salgan como él las escribió y planeó. Es horrible lo que tiene que vivir, en mi opinión; después de todo él era amo y señor de esta historia, como Paula colín lo dijo en un comentario en la reseña de Corazón de tinta:
Fenoglio es el creador de Dedo Polvoriento, de todo un mundo y demás, ¿eso no lo hace un Dios?
¡Fenoglio era un Dios! Y un Dios creador que hizo todo a semejanza de su mundo, donde también reina la injusticia. Este pensamiento cobró más importancia en el último libro, donde se dice que, después de todo, el mundo de tinta nació de nuestro mundo; está poblado de personas como nuestro mundo, incluso el cristal y el musgo que componen a otras criaturas fantásticas viene del nuestro. En fin, volviendo a
Fenoglio: él, como escritor, movió las piezas de un tablero de ajedrez para ganar, en este caso, la satisfacción de sus lectores; se dedicó a escribir sobre un mundo en el que abundan las muertes y la injusticia, donde hay que luchar para vivir.
Se dedicó a escribir, terminando con las vidas de personajes, haciéndolos sufrir, sin ponerse a pensar en el efecto que sus palabras tendrían porque después de todo, solo eran personajes. ¡Oh, sorpresa! Todos son muy reales. Y sí, es un mundo atroz, así que saltar dentro del mundo, por muy hermoso que parezca, no va a resultar tan satisfactorio, al menos no del todo.
Una vez más,
Cornelia Funke no solo me satisfizo con su trama, personajes y diversidad; si no con los temas y preguntas que pone en la mesa. Es justo como en los mundos de los quiénes de Dr. Seuss, todos viviendo en mundos más pequeños dentro del nuestro. ¿Cómo sabemos que nosotros no vivimos de esa manera?
Si Mo, Meggie y compañía viven en un mundo de palabras que es completamente real, ¿cómo no saben que anteriormente estaban viviendo en un mundo que también era de palabras? Justo como es en realidad porque, nosotros estamos leyendo sobre ellos.
Además, hay un tema que tocaré largo y tendido en una futura entrada y se resume a estas frases que amé:
━Los libros no son jarrones de cristal, querida ━dijo Orfeo incorporándose. ━No son ni tan frágiles ni tan decorativos. ¡Son libros! Su contenido es lo que importa, y no se desvanece al amontonarlos.
Le encantaba que los libros dieran la impresión de haber sido utilizados momentos antes. Al contrario que a Elinor, a él no le importaba verlos abiertos, esperando al próximo lector.
Y bueno, ahí está:
totalmente recomendado el segundo libro de la saga.
El universo sigue creciendo, sus personajes continúan desarrollándose y las aventuras están en cada capítulo. Una saga preciosa, sin duda alguna.