Autor: Lissa D'Angelo
Editorial: Seleer
Páginas: 241
Anaya Sonnenschein, tiene 24 horas para encontrar a su mejor amiga. Mil cuatrocientos cuarenta minutos para presentarse ante ella y ochenta y seis mil cuatrocientos segundos para destruir el régimen de La Grata, una sociedad perfecta construida sobre la falta de recuerdos, de pasado y de hombres.
En este viaje, Anaya descubrirá que las mentiras y engaños sí traen consecuencias, y aún cuando el reloj marque las doce y todas las mentes se formateen… ella seguirá recordando.
Opinión Personal:
Las palabras que presento a continuación son parte de mi más sincera opinión. Y ésta, se basa en mis gustos, en mi forma de ver las historias. Así que, si tienen una vena sensible a las críticas no tan positivas, por favor, absténganse de continuar.
Sé que escribir una novela no es algo sencillo. Se necesita dedicación y amor, cuando la obra está terminada equivale a esfuerzo, pasión y creatividad (la mayoría de las veces, creo), así que no pretendo ser grosera o cruel, porque sé reconocer que escribir y publicar requiere de mucho y de muchos.
Terminé "Sin Historial" por capricho, en vez de natural interés. Tuve dudas desde que comencé a leerla, muchísimas y quería respuestas. Me gustó mucho la idea de no tener recuerdos, de que la memoria se borrara cada 24 horas. Entre eso y los buenos comentarios que leí en algunas reseñas, mis expectativas se alzaron lo suficiente como para obtener un buen golpe en la cabeza cuando cayeron. Así, literal... Pueden imaginar a mis expectativas sobre mí y de pronto, ¡prrraaaaaam! Casi casi había pajaritos al rededor de mí.
En el universo distópico (quizá utópico) de esta novela, la mujer es lo mejor en la vida. Se le venera y aprecia. Su gobernante es una mujer, su deidad es una virgen. Las chicas solo conocen a chicas y van a un colegio donde solo hay mujeres. En su comunidad no hay ningún hombre, porque esas criaturas son bestias que solo buscan el placer, que someten a la mujer bajo sus encantos para dominarlas y herirlas... Ah, pero eso no es todo. Algo ha cambiado en estas mujeres, porque ellas han perdido la facultad de recordar. Cada 24 horas, o mejor dicho, después de despertar, han olvidado casi todo... Solo pueden acceder a la información básica: quiénes son, en dónde están, por qué, quiénes son las personas que conocen, etc. La vida es pacífica porque la mujer gobierna y la paz que la mujer irradia es genuina.
Resulta que Anaya, nuestra protagonista, descubre algunas cosas no tan buenas cuando su vida rutinaria deja de serlo; intenta llenarse de valor para salir al rescate de su mejor amiga (quien al principio de la historia, no tiene nada de amiga ni parecía caerle del todo bien), porque ella ha desaparecido o algo así. Su mejor amiga está embarazada, como les sucede a todas las mujeres cuando alcanzan cierta edad... Pero Anaya no puede aceptarlo por una razón. Y es entonces cuando tiene que salir de su mundo de confort para vivir en el bosque, toparse con un hombre (que resulta ser una serpiente) y con un gato al que se siente particularmente atraída (quien resulta ser un hombre). Anaya y su gato, Irah, emprenden un viaje que los une en el más puro amor —ay, ajá— y los lleva a descubrir secretos terribles, osea, la verdad.
Verán, el primer problema fue que ni los personajes ni la trama me agradaron del todo. Anaya, la protagonista, me desagradó desde que quiso ser la heroína cuando claramente no tenía madera para serlo. Pero eso lo acepté, quiero decir, no todos somos valientes y no toda historia debe tener a alguien así como protagonista. Lo malo es que me pareció muy sequita, sosa al punto en que gruñía y bufaba con cada página en la que aparecía y con cada comentario que hacía. Por una parte entendí el porqué se comportaba como tal. A la chica solo le enseñaron lo que les convenía, casi la forzaron a ser de cierta manera. Por otra parte, está Irah, el chico guapote, el héroe. No me dejó una buena impresión. Generalmente caigo rendida bajo los encantos de los chicos, pero no esta vez. Digo, Anaya era tan ingenua —por no decir otra cosa— que lo creía un gato. ¡UN GATO! Es una pena que no lo haya sido, sino Irah estaría en mi lista de literigatos del año.
El segundo problema fueron las lagunas gigantescas en la trama, lo que provocó, en mi opinión, que algunas cosas no me parecieran muy verosímiles. Necesitaba respuestas. Una parte de mí me dijo que no me hiciera ilusiones, pero yo soy de mente ilusionada y pensé que en algún punto tendría mucho de lo que esperaba. Quizá por eso, cuando las explicaciones llegaron, me sentí tremendamente decepcionada; quizá estoy concluyendo mal, pero algo me dijo que el punto clave de la trama fue escrito muy al viento, al ahí se va. El tercer problema, y último, fue el inesperado cambio de narración y la mezcla extraña de personajes a los que no les vi ni pies ni cabeza . No más, y eso que estoy pasando de largo los deslices de dedo y los errores de ortografía y redacción para no hacer tanto jaleo.
La idea me pareció agradable, innovadora. Esperaba mucho más. Así que en mi sistema de calificación, le di solo una estrellita, lo que significa: ¡mis ojos duelen! Pienso que Lissa D'Angelo pudo haber hecho algo más elaborado y no tan precipitado con una idea tan original y atractiva como esta; si tan solo le hubiese dado más personalidad a sus personajes y acomodado mejor algunas cosas, podría haberme gustado.
"Pide perdón, da las gracias y ofrece un favor antes de que el día acabe."