Mis queridos amigos y acompañantes de aventuras:
En estas fechas decembrinas no es extraño toparnos con publicaciones, comentarios y fotografías en nuestras redes sociales que muestran la vida, aparentemente perfecta, de nuestros conocidos. Las plazas y tiendas están abarrotadas de personas comprando regalos y tus amigos te desean que te diviertas mucho, parece ser que todos la están pasando muy bien en compañía de sus familias y amigos, con la música a todo volumen, rompiendo alguna piñata y disfrutando la noche. Y si tú eres uno de ellos, en verdad me da muchísimo gusto. Espero en verdad que tengas la dicha de sentirte pleno, estés donde estés, aunque sea solo por un momento.
Pero esta carta está dirigida a todos aquellos que no la están pasando tan bien, y que tal vez se encuentran viendo esas publicaciones llenas de sonrisas regalos, pensando por qué ellos no pueden estar así de felices. Si tú eres uno de ellos, quiero decirte que está bien si te sientes así, que no estás obligado a irradiar felicidad. Quiero decirte que no te dejes llevar por lo que publican los demás porque siempre mostramos lo mejor y omitimos lo peor; y sobretodo, quiere que sepas que al menos aquí, al otro lado de la pantalla, hay alguien que ha estado en tu lugar y que entiende lo que se siente.
Esta entrada está dirigida a aquellos que no están con sus familias porque se encuentran en una ciudad o en un país distinto, a quienes se alejaron de sus familias tóxicas o están encerrados en sus habitaciones leyendo algún libro o viendo memes en facebook porque no quieren ser parte de los dramas y discusiones familiares; a quienes no pueden estar con sus amigos o con la persona a la que quieren porque aun no pueden hablar de su orientación sexual, a aquellos que tienen alguna enfermedad mental y temen los reproches familiares, a los que tienen que convivir con sus agresores por obligación, a quienes cuidan de un enfermo terminal o extrañan a un ser querido que ya no está en este mundo y a quienes no tuvieron el dinero suficiente para poder hacer una cena navideña.
Tal vez es que, simplemente, tu idea de pasar la navidad sea leyendo un libro, viendo alguna película o serie, dibujando o simplemente observando las estrellas. O tal vez, como yo, te has bañado y maquillado solo para usar tus pijamas y escribir una carta mientras escuchas música y cantas horriblemente a todo pulmón y bebés una taza de café. Y está perfectamente bien. No es que seas un grinch por no querer ser parte de la fiesta. Tal vez es que la fiesta siempre vive en ti y a tu manera.
Estas palabras no llenarán el vacío que anida tu corazón ni alejarán esa sensación que probablemente te consume segundo a segundo, lo sé; pero al menos quería decirte que a veces, las cosas sí mejoran.
Con amor siempre,
Ana.
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