
Titulo original | The edge of never # 1
Autor | J. A. Redmerski
Editorial | Planeta
Páginas | 480
ISBN | 840-812-330-0
Camryn tiene veinte años. Ahora que ha acabado sus estudios, está a punto de entrar en una nueva etapa de su vida. Le espera un trabajo, la ciudad y compartir piso con su mejor amiga Natalie. A veces duda de que esto sea lo que realmente quiere hacer, a ella le gustaría vivir una aventura, embarcarse en algo diferente, sobre todo tras la trágica muerte de Ian, su gran amor.Pero todo cambia justo antes de su primer lunes de mujer adulta. La vida se le pone del revés. Natalie ya no es su amiga, ya no tiene donde vivir, tendrá que volver a ser dependiente de su madre… Todo esto no es lo que había imaginado, así que toma una drástica decisión: irse. A la mañana siguiente toma un bus y allí conocerá a un misterioso chico, Andrew, con el que poco a poco irá congeniando. ¿Será él su media naranja?
Despotrique:
“Nadie como tú” es uno de los libros más tontos, secos y aburridos que he leído. Iba por las doscientas páginas cuando me salté a ver las últimas palabras y terminé leyendo la última cuartilla. ¡No pude evitar poner los ojos en blanco! Final Disney, final Disney. Pero vale, un final Disney no está tan mal; lo que sí está mal es que me prometan que este libro trata de un viaje en el que los protagonistas se encontrarán a sí mismos, que encontrarán seguridad y amor, que tendrán diversión y se liberarán de las cadenas que se han impuesto a sí mismos. Pues menuda mentira la que nos cuentan en la mini-sinopsis de cuatro líneas (la del libro, porque la de goodreads está sustanciosa).
“Todo viaje es una aventura en la que a veces tienes que romper con todo, perderte, arriesgarte por tus sueños. Déjate llevar por el corazón; el amor te está esperando en alguna parte. ¡Sal a buscarlo!”
REVÉLATE, LIBÉRATÉ, ENAMÓRATE. ¡ATRÉVETE!
Sí, atrévete a ir de viaje sin un destino fijo con el primer chico guapo que te coquetea en un autobús. Y después, deja que las cosas se suban de tono, coge con él y encontrarás tu lugar en el mundo. ¡La vida no es así de fácil!
Camryn Bennett. Tiene 20 años y es toda una mártir. Su novio de preparatoria murió en un accidente automovilístico, su siguiente pareja le puso los cuernos, su hermano está en la cárcel y su madre es una vieja que no deja de joder. Sí, ésa es la vida tan angustiosa de Camryn. Un día, la chiquilla sale con su mejor amiga y el novio de ésta a un bar; Cam conoce a un fulano y sube a la azotea con él, entonces el novio de su amiga se pone celoso, sube su actitud de macho dominante y le confiesa a Cam que ha estado enamorado de ella desde chamquito. ¡EL DRAMA, señores y señoras! La vida de Cam se derrumba cuando le dice todo a su mejor amiga y ella no le cree; a partir de ahí, Cam se cansa de todo y abandona su trabajo de una semana (se parece a mí, que duré cuatro días en mi último trabajo), toma un autobús y se larga y deja todo atrás. Eso me huele a ser infantil y huir de los problemas, no afrontar la vida y las consecuencias de nuestras acciones.
Estando en el autobús, Cam conoce a un fulano muy guapo al que le echa el ojo: Andrew Parrish. Muchas podrán amarlo y jurarle amor eterno, pero a mí no me gusta nada. A los ojos de Cam es perfecto, y ella a sus ojos es igual. Él es Orfeo y ella, Eurídice. Para mí, son señor patoso y señora patosa.
Según esta historia, ambos encontrarán su camino en la vida, se atreverán a hacer cosas increíbles y, aunque no lo dicen específicamente,… *explotan los fuegos artificiales* …¡COGERÁN MUCHO! Porque, mis queridos, eso es lo que pasa aquí: cierto que la disque atracción empieza a ocurrir a la mitad de la novela, pero su primer cariñito sexual lo hacen por esas páginas también. A partir de ahí, es todo miel sobre hojuelas y Andrew no para de llamar nena a Cam. ¡Qué fastidio!
Al final de cuentas, terminé saltándome los párrafos que solo contenían la palabrería de Camryn y de Andrew (porque ambos son narradores) y solo leyendo los diálogos. La verdad es que no soporté a ninguno de los dos. Pensé que sería un libro en el que ambos se tirarían a observar de las estrellas y a hablar sobre sus problemas, y ambos se ayudarían a afrontarlos, aceptarlos y resolverlos; pensé que sería una buena historia acerca de dos adultos que tienen crisis existenciales y que buscan salirse de las normas que nos ha impuesto la sociedad para obtener la felicidad, y que sin embargo, serían maduros y responsables. ¿Y qué encontré? Unos personajes que me parecieron muy mierderos, egoístas e inmaduros; me topé con una novela a la que le falta mucho para ser una buena historia de romance, una novela que es un asqueroso intento de historia de superación y que no funciona como ninguna de las dos.
Discúlpenme por este lenguaje, no suelo hablar así de las novelas, pero después de haber leído más de 400 páginas de pura estupidez, me resulta fastidioso el encontrarme con algo mucho peor: *SPOILERS* Andrew huye de su padre y de la muerte inminente de ambos. Si Andrew no está al lado de su padre en el lecho de muerte, es porque el mismísimo Andrew también se está muriendo. Jamás de los jamases hubo una señal, un dolor muy fuerte de cabeza o algún otro síntoma que indicara que Andrew Parrish tuviese un tumor cerebral. Pero así, como por arte de magia, un día tiene un ataque y cae sobre la cocina y Camryn se entera de todo. ¡PUES NO ME LA TRAGO! NO, NO, NO, NO Y NOOOO.
Es obvio que la autora solo quiso añadir más drama para que todos dijésemos “pobre Cam, pobres los dos”; y para decir algo como “enamórate, vive, libérate, haz lo que quieras, porque morirás”. ¿Adivinen qué? Todos vamos a morir. Y hay muchos autores que tratan estos temas de una manera mucho mejor. Ahí tenemos a John Green y Nicholas Sparks, que siempre matan a algún personaje, pero al menos hay mucha más chispa entre sus personajes, su redacción y algo bonito en la historia (aunque también me fastidian un poco); y al menos ellos sí se atreven a matarlo. Porque *GRAN SPOILER* al final de cuentas, le hacen una operación a Andrew y todo se arregla. Dos meses después, Cam está embarazada (¡a los veinte!) y Andrew le pide matrimonio.
FUCK YOU, REDMERSKI!
Y yo me sigo preguntando: si Cam dejó su trabajo a la semana de empezar, ¿de dónde sacó tanto dinero para empezar a pagar boletos de autobús? Pues no lo sé, tampoco me interesa mucho.
Creo que ya es tiempo de ponerle fin a este despotrique, antes de que me de algo.
Creo que ya es tiempo de ponerle fin a este despotrique, antes de que me de algo.
Ciao.