Wishlist: Crónicas Marcianas - Ray Bradbury

‘Wishlist’ es una pequeña sección donde nos dedicaremos a mostrar al mundo aquellos libros que deseamos fervientemente y que, por una u otra razón, no hemos podido leer.

Hace algunos añitos, mientras cursaba la preparatoria, tuve una profesora extraordinaria. Ella nos incitaba a leer y hacía que la literatura pareciese sencilla y pasable para todos (incluso para quienes la detestaban). Hablaba sobre la historia griega, el latín y los escritores de una forma impecable (y muy añorable ahora). Y los libros te texto que manejabamos eran tan preciosos como ella. Desde el primer año hasta el ultimo tenían temas fantásticos y agradables. Y fue en uno de esos libritos en que encontré YLLA, de este gran autor estadounidense. Pero fue ella la que nos hizo profundizar en Ray Bradbury y sus cuentos. Desafortunadamente, en ese momento yo era toda una twilighter y preferí cambiar las obras maestras de Bradbury por un libro más... bueno, más juvenil. O algo así.

Pero fue hace un año y medio, que hice un viaje a la capital y encontré un viejo ejemplar de "Crónicas Marcianas". Y comencé a leerlo, claro. Ah, pero tropecé con Demian de Herman Hesse. Y lo dejé abandonadito. Oh, si. La verdad es que con lo poco que leí terminé enganchada... y me he puesto a investigar un poco y pues: ¡es una recopilación de relatos marcianos! asdfghjklñ *3*

¿Qué más puedo pedir, con lo que me encantan los relatos? Además, el sabor de boca que me dejó Ylla fue bastante bueno. ¡Estoy hablando de Ray Bradbury! No me puede fallar. Ah, sí. Olvidé mencionarlo: los relatos narran, de forma cronológica, la llegada de los humanos a Marte y por supuesto, la colonización al planeta rojo. Claro, el mendigo humanos siempre de metiche. Y según la Wikipedia, trata temas bastante jugositos... Ñam. Ñam. ¡Lo quiero ahora!

Tenían en el planeta Marte, a orillas de un mar seco, una casa de columnas de cristal, y todas las mañanas se podía ver a la Señora K mientras comía la fruta dorada que brotaba de las paredes de cristal, o mientras limpiaba la casa con un puñados de un polvo magnético que recogía la suciedad y luego se dispersaba en el viento cálido.